La llama de la vida

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Imagen: Miles Johnson

Anaís tras pasar las mañanas en la Universidad de Filosofía, por las tardes acudía a casa de su abuelita Adelaida para cuidarla. Mientras dormitaba en su mecedora de nogal, Anaís estudiaba a Sócrates, Platón, Tales de Mileto…, de vez en cuando Adelaida se despertaba y Anaís se acercaba hasta ella y le atusaba con gran cariño el cabello ya plateado.
Su abuelita la miraba con una sonrisa ahogada en sus ojos verdemar acuosos, con voz meliflua le preguntaba:
– ¿Pero, tú, quién eres?
Anaís le sonreía mientras le cogía sus manos replegadas como abanicos de seda:
– ¡Abuelita soy tu nieta preferida! ¡Anaís!
Entonces Adelaida sonreía, Anaís no podía reprimir derramar alguna lágrima, sabía que su abuelita la había reconocido aunque ya no recordaba su nombre, sus recuerdos se iban consumiendo bajo la llama lenta de la vida.
j. mariano seral
Imagen: Miles Johnson