Secretos

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Fotografía: Elena Mójer Gutiérrez

Fotografía: Elena Mójer Gutiérrez

-¿Quién es mi niño…?
-¿Quién es mi niño…?
Yo levantaba mis inocentes ojitos verdemar desde lo más profundo de la ensoñación en mi cunita y con expresión risueña contemplaba a una señora, que con voz de parvulario me repetía sílaba a sílaba una y otra vez como si las masticase:
¡A_bue_la! ¡A_bue_la! ¡A_bue_la! Repite conmigo ¡A_bue_la!
Luego llegaba un señor algo más joven que me cogía entre sus musculosos brazos y me elevaba como si fuese un avión hasta casi rozar el techo de la habitación y repetía:
¡Pa_pá! ¡Pa_pá! ¡Pa_pá! Di: ¡Pa_pá!
Unos días después pude entender que para ellos yo era lo más importante, ya que siempre estaban allí, daba igual la hora que fuese, solo tenía que llorar, eso sí por la noche un poco más fuerte.
Lo que menos me gustaba era cuando invitaban a las amistades y familiares para exhibirme ante ellos y no paraban de hacerme morisquetas hasta que yo hacía alguna gracieta, muchas veces se conformaban con que moviese los brazos y estirase mis manitas y riese uno poco, otras veces no era suficiente y tenía que utilizar la artillería pesada y exclamar: ¡Culo! ¡Teta!…
Pero un día la abuela, sin darse cuenta, pensando que yo todavía no me enteraba de nada, desvelo el gran secreto que tan celosamente guardaban, y a partir de ese día al amanecer empecé a mirar desde los barrotes de mi cuna al cielo a través de la ventana para ver si veía a mi mamá, y todos los días se acercaba y me sonreía y con un susurro de voz me decía que desde allí arriba velaba por mí, por la abuela y por papá.
j. mariano seral
Fotografía: Elena Mójer Gutiérrez