Entre dos aguas
entra la ciudad y el campo,
entre dos muros
el virtual y el real.
Poesía del campo, en el campo. En el viejo granero. Recuerdo el aroma a membrillo, a manzanilla, a manzanas… cuando abría la puerta del granero. Fragancias que bajaban por las escaleras e impregnaban toda la casa con un almizcle dulzón.
Mariano Seral