En su juventud, Ernesto, quiso ser libre como el viento del Sahara, pero pronto se percató que el etéreo velero sin timón, vagaba entre las dunas sin más rumbo que el que le marcaba Eolo.
Quiso ser libre como el colibrí entre los pétalos de las rosas chinas, pero la luna de nieve y el sol sin zapatos de charol, le entregaron un reloj de bolsillo.
Al atardecer acrisolado, toma asiento en su escritorio de cerezo, que cruje como la proa de una corbeta en alta mar y comienza a manuscribir con pulso irregular versos de rima asonante, en ese folio que ya ha dejado de ser blanco:
Sí la libertad deseas hallar
dedica el tiempo a tus pasiones
tictac, tictac…
j. mariano seral
Imagen: elbicnaranja.wordpress com