Coger un puñado de tierra, que se desmiga como una hogaza de pan tierno recién horneado, y respirar su embriagador almizcle a campo recién arado, vientre materno de la semilla.
Cuando la mano del labrador la deja de barbecho, afloran esas miles de semillas, de amapolas, de margaritas, de camomila…, que dormitan orilladas en el ribazo como perseidas tras la luna blanca de invierno. Es la mano trabajadora del labrador la que da vida al trigal, al olivar, al sarmiento…, entre el tomillo, la aliaga, el breñal …, que susurran en tono quedo en el yunque del oído del labrador, si tú te vas, volveré a prender ese puñado de tierra.
j. mariano seral
Un puñado de tierra, en honor a San Isidro Labrador
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