Tras finalizar la lectura de “Las tres heridas” de Paloma Sánchez, cuyo hilo conductor son unas fotografías antiguas y unas cartas de amor halladas en una vieja caja de latón, escucho el agudo beep en mi portátil que me alerta de la entrada de un nuevo email.
En él un breve texto en letra arial me solicita a ver si soy capaz de localizar la ubicación en la cual se pudo tomar la fotografía en tonos sepias, como telón de fondo la Sierra tras un rudimentario aeroplano de principios de siglo, que se dispone a tomar tierra como si fuese la pluma del ave Fénix, un pastor que conduce un rebaño y dos automóviles también de la época forman parte del momento histórico, como abalorios en la dama que se acicala para una noche de fiesta.
Suena mi smartphone que me saca del ensimismamiento, es el bueno de Juan, casi lo había olvidado, mañana nos vamos de excursión desde Rodellar al dolmen de la Losa Mora, abro uno de los libros de Lucien Briet, contemplo la pardina de Seral por donde pasaremos en nuestra caminata, del edificio ya solo quedan las fotos y algún sillar de las primeras hiladas.
Sonrío mientras preparo la mochila y exclamo: -¡Cuanta historia contenida en estos retratos en blanco y negro!
j. mariano seral
Fotografía fuente: rodellar.blogspot.com/2012/09/la-caseta-seral.html