Platero

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Molino Castilsabás

Molino Castilsabás

Molino Castilsabás

Con las vacaciones escolares de Navidad, al igual que llegaba el escarchado manto de la nieve a las cumbres de la Sierra, llegaba del internado de los Jesuitas, Daniel, el señorito, como lo llamábamos cariñosamente, era el hijo mayor del amo. A sus doce años vino más rebelde que en otras ocasiones.
A mí, se empeñó en cambiarme el nombre, al igual que el trinar de los pajarillos troca el apellido de las estaciones, a partir del día de su retorno pasé a llamarme Platero, cambio que pronto cuajo entre los jornaleros. A decir verdad tampoco me desagradaba, debo reconocer que me confería cierto toque de distinción.
Los días soleados me los pasaba en el olivar, me dejaban vagar libremente por él, yo admiraba la corteza de los troncos leñosos centenarios, con miles de vasitos que como alambiques destilaban gotita a gotita el aceite, almacenándolo en esas diminutas ánforas llamadas olivas, con sus caprichosos colores, unas escarlatas, otras cetrinas… Los días de neblina o de lluvia laboreaba en el molino, daba vueltas y vueltas trazando círculos concéntricos como si fuese el carboncillo de un compás.
j. mariano seral
Fotos tomadas en el Molino de aceite de Castilsabás