A las cinco de la tarde ha llegado al huerto todo sofocado Pepito, el Señorito, y le ha dado la murga a Mariano, su abuelo, a ver si me podía llevar a mí al Belén del fraile Anselmo. Su abuelo le ha contestado a Pepito con la paciencia que le caracteriza, todo lo razona, que solo tenía seis años y que era demasiado pequeño para hacerse responsable de mí.
Al final Mariano que siempre cede ante su nieto, se ha ofrecido para velar por los dos acompañándonos. A mí, ni me va, ni me viene hacer de figurante en el Portal, bueno alguna vez me toca algún papel relevante, como cuando llevo a María en mis lomos. Eso sí, en el pesebre que no falte un buen pienso a base de paja de trigo y cebada, sino ya lo saben que les monto alguna de mis escenas de rebuznos y coces y entonces les quito el protagonismo a todos.
Al final he de reconocer que soy un poco cotilla y disfruto con los ensayos previos. Lo que peor llevo es cuando cantan el villancico de: “Hacia Belén va una burra, rin, rin, yo me remendaba…” ya que yo, ni soy una burra, ni voy cargado de chocolate. A decir verdad prefiero los poemas de Platero, de Juan Ramón Jiménez, que me lee Pepito engolando su voz cuando sale del colegio.
José mariano seral
Platero
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