Parajes singulares

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Siempre me complació admirar este paraje, esta vocal de piedra arenisca enclavada  en un anacrónico texto de serpenteantes caminos agrícolas. En la época de la cultura de la piedra recayó sobre su lomo la tilde.
De niños jugábamos a guarecernos en su interior como si fuese el vientre materno. Hoy me intereso por su historia escrita en su piel tachonada a golpe de cincel acerado;  sus labios me  susurran en el yunque de mi oído que quiso ser una pila de aceite y en la última fase ante tanta emoción se quebró, motivo por el cual fue desdeñada. El lienzo anónimo, la consoló y  agradecido por el distingo que le otorgaba su presencia, la acogió ensalzándola sobre un pedestal pétreo y la enmarco bajo el cielo azul para el deleite del caminante.
j. mariano seral