Nueces (relato inspirado en 1959

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–    ¡So Platero! – Espetó Mariano, en un intento de tranquilizar al mulo, que se sintió amedrentado tras comenzar a varear el nogal. Las nueces caían con gran estrepito rebotando por los troncos con un eco atronador y terminaban chocando entre sí cuando llegaban al suelo tras finalizar su viaje gravitatorio,  como si tocasen castañuelas.
Tras el estruendo, Platero se tranquilizó y volvió a oscilar la cola como el péndulo de un reloj de caja alta y comenzó a masticar el sabroso ricio que nació con gran vigorosidad tras la tormenta de la semana anterior, dando pinceladas verdes entre el dorado rastrojo. Mientras, Mariano recogía las nueces una a una y les quitaba el pellejo entreabierto.
Platero levantó su mirada azabache y contempló con añoranza como las cepas habían sido arrancadas para sembrar trigo en la parcela. Muchos cambios desde que comenzaron a llegar los tractores con la dichosa mecanización. Algún sarmiento que brotaba en el ribazo como un grito sordo, delataba el cultivo anterior. Del viejo viñedo ya solo quedaba un  nogal, que persistía en la margen al paso del tiempo. Platero en ocasiones se preguntaba si también terminarían arrancándolo, ya que tenía una buena copa y creaba mucha sombra al sembrado como si fuese un eclipse solar.
José mariano seral