Maigar las patatas
Mastica la azada con delicadeza,
la fina corteza del camallón,
deja la tierra desmigada,
tierna como la hogaza de pan.
En el vientre materno del vallo,
las diminutas patatas hijas,
unidas por el cordón umbilical.
La azada con su voz enlatada,
susurra en tono quedo una nana,
para que no despierten de su letargo. Cercenar las gramíneas,
que se abrazan con gran efusión,
a la bella y delicada dama patatera,
que la angostan en un amor no correspondido.
Mariano Seral