Los gorrioncillos con sus movimientos gráciles revoloteaban de ramita en ramita, incitando a los pétalos a emprender un salto elástico al vacío, algunos lo hacían en pareja cogidos de la mano y aleteaban como alas de mariposa para terminar por posarse sobre las gotitas de rocío irisadas, que pendulaban en el césped, otros, lo hacían en solitario, como si fuesen abrazados al paracaídas de un copo escarchado, describiendo con sosiego círculos concéntricos.
Yo, desplegaba las hojas del periódico bajo el almendro florido y de las líneas paralelas de letra arial emanaba una fragancia meliflua a néctar bajo una lluvia lenta de pétalos, delimitando pincelada a pincelada una laguna circular como si fuese una isla del campo en plena ciudad.
j. mariano seral
Leer bajo la lluvía lenta
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