Un pedacito de suelo del campo
en el cuenco de la palma de mi mano,
damajuana de nutrientes,
de moléculas de lluvia,
vientre de la semilla dorada de trigo,
del pan de cada día.
Bajo mis pies la tierra esponjosa
que dejó la reja,
al girar la testa
recuerdos de huellas de herradura,
el eco quedo de la voz de mi abuelo azuzando a Platero.
José mariano seral
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