Lluvia de junio con su voz atronadora
amansa la tierra de corazón endurecido,
como la candente fragua la reja,
acerada entra en el surco
con almizcle
a campo recién arado,
al mirar atrás
las huellas de mi padre
de mi abuelo…,
sobre la tierra elástica.
El olivar siempre obsequioso
poético,
hoy me recibe con un ramillete de margaritas en el ribazo.
José mariano seral
Labrar el olivar
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