La Sierra Guara

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La Dama yace recostada sobre las cumbres calizas de la Sierra, dormita como la princesa hechizada arropada por el liviano edredón algodonado. En la noche soñolienta desde el ático de la cima admira a Casiopea.
Al alba los clarines centelleantes tañen presurosos a amanecer, como las campanas del monasterio tocan a maitines.
La Dama sonriente, agradecida por el nuevo día, deja caer el edredón sobre el mosaico multicolor de la campiña y como la bruma matinal, enigmática se desvanece entre las copas del arbolado dejando los sembrados perlados por las gotitas irisadas de rocío.
j. mariano seral