Era el espacio situado en el corral, en altura a cubierto, en el cual se almacenaban los sarmientos en fajos atados con fendejos de esparto, y otros restos resultantes de la poda, que una vez secos se utilizaban para encender el hogar y prendiesen los leños más gruesos de olivo, carrasca, cajico… Al tardecer, los petirrojos y los gorriones posados en las ramitas, entonaban sus alegres cánticos.
Accedíamos por unos peldaños de madera, que con las inclemencias del tiempo se fueron deteriorando y fue menester reemplazarlos por otros materiales más perennes.
Cuando yo tan apenas era un niño de seis años, recuerdo que mi padre en los días de lluvia fina que no era posible salir al campo, dedicaba parte de la jornada a construir una escalera de sillería y mampuestos reciclados, a casi a todo era posible darle un segundo uso. Yo no sé si realmente le ayudaba o le entorpecía con mi colaboración amasando la argamasa.
José mariano seral