Hoy al caminar por los antiguos caminos de mi pueblo, al visitar un viejo horno de cal, donde cocían las rocas para obtener cal viva, me encontré con un pedacito de una herradura oxidada como reseña del pasado. Mientras me detenía para recogerla con delicadeza con la yema de mis dedos, como si fuese un pergamino en la biblioteca de Aristóteles, con una sonrisa en los labios cerré los párpados durante unos instantes y pude contemplar en mi retina a Platero transportando cargas de coscollera, para alimentar la insaciable voracidad de este horno, escuché crepitar las candentes llamas que ablandaban hasta el endurecido corazón de las rocas.
José mariano seral
La herradura oxidada
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