La espadaña cascabelea en la balsa como si bailase el Vals De Las Flores, las ranas perciben mi presencia y se apresuran en un breve chapoteo a dar pequeños saltitos para buscar refugio en las aguas del estanque, como si fuese el regazo de su mamá, flotan livianas sobre la lámina líquida, con sus pupilas periscópicas me observan. Las libélulas con su vuelo de helicóptero realizan poses estáticos en el aire, como maniquís sobre la pasarela de Milán.
Junto a ella los muros de tierra escarlata del antiguo horno de cal, que la lluvia lame estación tras estación, se van desmoronando. En la parte inferior tenía lugar la combustión de la leña y en la superior se cocían las rocas para obtener la cal. Cuando sus muros eran más esplendorosos, en nuestros juegos de infancia representaban los restos de un torreón de un castillo, cuando se es niño resulta más fácil construir castillos en el aire. Ahora con el verbo ilusión de niño, los puedo edificar sobre el verso.
José mariano seral
Horno de cal
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