¡Hasta la siega!

      Comentarios desactivados en ¡Hasta la siega!

– Cucú, cucú…, – escucho en lontonanza el canto del cuco amortiguado, como si jugase al escondite entre la recamada fronda, yo, encaramado en la cofa del olivo no logro avistarlo, mientras, continuo con la poda entre orondos troncos y altivas copas, para que continúen recopilando anillos concéntricos de historia, en el índice el primer capítulo bajo el epígrafe de la herradura oxidada.
– ¡Hasta la siega se puede limpiar! – me decía mi padre con voz de mentor, que realizaba esta labor con gran destreza con sus manos nudosas.
Las espigas preñadas ya comienzan a adquirir tonalidades doradas y a humillar la cabeza en la fragua del sol, bajo el repique del cántico de los grillos. Allí, en un rincón de la era cobriza, invernaba el rodillo troncocónico de piedra arenisca, que allanaba la era como las agujas de hojalata la esfera del reloj.
Se respira almizcle a alfalfa recién segada bajo las nubes animosas, que dibujan una órbita en torno a la Sierra que la encumbran a la altura del Himalaya.
josé mariano seral