Déjame ser olivo de ribazo, de corteza curtida como las manos sarmentosas del labrador. Con mil anillos en el corazón de mi leño, para contemplar fotograma a fotograma ese paisaje estacional que viaja en un tren lento, por el raíl de la esfera del reloj, que se detiene en el mismo andén siglo tras siglo, y como un parpadeo del ojo toma una instantánea en la retina histórica del campo, que nunca es el mismo.
Déjame ser olivo de ribazo y desde mi ostracismo contemplaré las olas calmosas de las espigas de trigo que usurparon mi reinado, con el catalejo retrospectivo de mil lentes engarzadas en los aros de mi tronco, veré al último mulo que se marchó por el camino polvoriento de herradura.
José mariano seral
Fotograma a fotograma
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