Humilde es la flor del olivo, como herradura oxidada en el ribazo del camino, no será el reclamo de su colorido quien le otorgue la portada de la revista Time, ni el cortejo del sutil aleteo de la mariposa, mas es el verbo de la aceituna, verde, grana o azabache.
Sentir admiración por los olivos más longevos, que te anudan con tus generaciones anteriores como hojas en una novela histórica, tomar asiento en un recoveco de su tronco, como hormiguita entre pétalos de camomila y escuchar los versos que escriben su savia, en anillos concéntricos con aguja de compás, encuadernados con piel de corteza leñosa que muda año tras año, para dejar espacio a las nuevas estrofas, como góndola de biblioteca que acoge nuevos poemarios.
josé mariano seral
Flor de olivo
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