Especial San Lorenzo 2017

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San Lorenzo 2017

San Lorenzo 2017

Todo un honor colaborar un año más en el Especial de San Lorenzo del Diario del AltoAragón del 10 de agosto. En esta ocasión con el escrito: “De Nocito a Vadiello por el Camino Natural de la Hoya de Huesca”.

Hoy realizaremos una ruta lineal de dieciséis kilómetros. Necesitaremos dos vehículos, el primero para desplazarnos hasta Nocito, punto de partida de nuestra excursión y el segundo para que nos recoja en el embalse de Vadiello.

Para arribar a Nocito desde Huesca, tomamos la autovía A-23, en Arguis transitamos por la N-330 hasta al túnel de la Manzanera, lugar en el cual tomamos un desvío a mano derecha,  vial que pasa por Belsué, Lúsera, y la pardina de Orlato, una vez que rebasamos dicha pardina ante nuestra mirada se dibuja una retícula de pequeñas parcelas que rodean el caserío de Nocito, así como la trayectoria del río delimitada por la exuberante vegetación.

Nocito, se sitúa a 981 metros de altitud. El casco urbano está divido en dos barrios: San Juan y San Pedro, separados por el curso del tranquilo río Guatizalema, y unidos por un bonito  puente medieval de dos ojos, en los cuales son visibles dos mechinales en cada estribo y en el pilar central pequeña tajamar, tablero empedrado a dos aguas y apartadero en las dos vertientes. La iglesia de San Juan del S.XVIII, consultamos la página web del Patrimonio Cultural Aragonés www.sipca.es: “Edificio construido en sillarejo y lajas de piedra. Posee una única nave en cuatro tramos, con capillas laterales, rectangulares. La nave se cubre con bóveda de cañón con lunetos  y la cabecera con bóveda semiesférica”.

Tomamos rumbo sur por una pista que arranca en las proximidades  de dicho puente. Por el este contemplamos el Tozal de Guara (2.077 m), su escarpada cara norte cubierta ya por una espesa capa de blanca  nieve, que contrasta con el verde obscuro de los pinos que se aferran a la ladera. El camino discurre paralelo al curso del río.  Llegamos a un cruce en el cual un panel direccional nos indica por el este el barranco de la Pillera,  ruta que  también permite ascender al Tozal de Guara por el collado de Petreñales. Nosotros continuamos dirección Sur. Admiramos las puntas del Corcurezo de 1.661 metros de altitud. A la altura de Cuello Estrimera tomamos una senda, vadeamos el curso del barrando del Caxicar por unas rocas ancladas en el lecho del cauce a modo de pasarela.

Observamos la vegetación compuesta por: pinos, carrascas, robles, boj, sabina. En algunos tramos se cierra, creando zonas de umbría, los musgos recubren los troncos del arbolado, contrasta entre el verde el dorado de las hojas de los cajicos.

La senda cambia a la ribera que discurre por las faldas de ¨Fragineto, tenemos que vadear el río, se han dispuesto unas rocas para poder cruzar el cauce, pero alguna de ellas no ha podido resistir los virulentos embates del Guatizalema cuando baja embravecido tras la atronadora tormenta, motivo por el cual  nos tenemos que descalzar y remangar los pantalones para poder cruzarlo. La senda va ascendiendo ganando altitud entre frondosos bosques, discurre por antiguos caminos de carboneros, zona en la cual empleaban la masa forestal para transformarla  en carbón vegetal, de esta actividad de antaño no encontramos restos de construcciones, ya que las casetas que construían la materia prima que utilizaban eran los propios troncos y ramas del arbolado. El rastro de la labor de los carboneros más bien se denota por la ausencia de grandes cajicos ya que fueron talados. La roca arenisca y margas de estratificación horizontal dejan paso a la roca caliza y a los crestones verticales de Fragineto. En alguna de las rocas si nos fijamos podemos ver fósiles incrustados. Arribamos a un ensanche de la senda, algún muro de piedra seca nos indica que en esta explanada se realizaron trabajos agrícolas, se aprecia un cierto abancalamiento.

Por el oeste entre la frondosa vegetación se eleva la sierra de Gabardiella y a sus pies las cristalinas aguas del Guatizalema. La senda va descendiendo entre Las Canales de Fragineto. De nuevo tenemos que vadear el río, buscamos las piedras ancladas en el lecho, pero no hay suerte, una vez más las aguas embravecidas en algún momento se las han llevado, por lo cual nos volvemos a descalzar y cruzamos el río. Nos detenemos durante algunos minutos para contemplar la pétrea formación caliza del Proyectil. La senda va ascendiendo, y el río se silencia remansando sus aguas en el embalse de Vadiello. Vuelve a descender la senda hasta casi poder tocar las aguas de Vadiello con las yemas de los dedos. Nuestra mirada viaja por  los verticales crestones de Fragineto, y se detiene en un plegamiento de sus estratos, unos presentan vergencia hacía el sur y los que están frente a ellos al norte. La senda vuelve a ascender con cierta brusquedad, nos alejamos de las tranquilas aguas, contemplamos las crestas del Borón con sus tonalidades rojizas y grisáceas. Tras una intensa subida por las faldas del Borón que pone a prueba nuestras piernas, la senda vuelve a descender entre alguna que otra pedrera, escuchamos nuestros pasos metálicos entre los finos esquistos de roca caliza.

Por el este emerge el Huevo de San Cosme, punto de transición entre la roca caliza y el conglomerado. Lucien Briet en su libro Soberbios Pirineos realiza la siguiente descripción:”Especie de bolo de pudinga, repleta de alvéolos, se puede establecer una altitud media de 40 metros de elevación por un diámetro de 4 o 5 metros”. Por el oeste los Mallos de  Ligüerre, formación  rocosa de conglomerado  compuesta por estratos horizontales, de tonalidades grisáceas intercalándose alguna pincelada rojiza.

Nos despedimos con un poema

Murmullo alegre del Gualizalema

en sus cristalinos  labios vaho blanco

mientras conversa al amanecer con los vecinos de Nocito.

Despierta el sol acurrucado tras los crestones de Guara

ya ataviada de impoluto  blanco.

La senda se torna en paisaje poético

bajo los destellos del sol

que se reverberan  entre las escarchadas hojas de los robles y encinas,

lluvia lenta de hojas caducas que alfombran el camino

silenciando nuestras efímeras huellas,

el Guatizalema entona su melodía que te arrulla

como una dulce nana.

Hay que descalzarse para vadear el río

piel temerosa de recibir el abrazo de la afilada lamina de agua,

la mirada viajera escala sin cordada por los altivos crestones de

Fragineto, admira el Proyectil, la Espada, el Borón,

pupila que desciende vertiginosamente para remar

sobre la mansedumbre de las aguas turquesa de Vadiello

que hoy ocultan con sigilo la cueva de la Reina j mariano seral