De la trilla ya solo queda el rodillo troncocónico
unas briznas de mies que trajo el galeón del cierzo al atardecer
que crujía con estrepito entre el croar de las ranas en la balsa.
Entre lágrimas la etnología acogió en una sala
a la desmembrada aventadora Ajuría, al trillo, a la silla de enea…
La era con su piel de lagarto de buro cuarteada
añora el abrazo manso de la parva,
que crepitaba al girar la mula en su viaje a ninguna parte
al tirar del trillo de perdernal.
En el aire se respiraba el almizcle dulzón a trigo
al lanzar el labrador al viento con la horca paja y grano.
josé mariano seral
