El pastoreo
Hebras de lana impregnadas con aroma a romero, a tomillo, a gramíneas…, en mitad del camino me hallo, en medio de un rebaño, embebido por el sonido campanil de las esquilas. El pastor se sitúa a la cabeza y todas las ovejas le siguen, se detiene y ellas permanecen inmóviles como estatuas de sal a la espera de una nueva instrucción. Es un oficio que requiere su técnica.
No es fácil conducir un rebaño. Por muy licenciado o diplomado que seas ten por seguro que no te obedecerán. Eres un elemento extraño dentro de su grupo, quizás llegues a pensar que te hacen bullying. Te miran con sus pupilas escrutadoras, gracias a su instinto en seguida se percatan de que no tienes ni idea del pastoreo y con la sordina de algún balido te retan y te advierten que si pretendieses guiarlas irían por donde les viniera en gana, y que entrarían al primer sembrado con el que se topasen para dar algún buen bocado, y que tendrías una larga jornada de running, footing, maratón…y no serías el ganador en la línea de meta.
j. mariano seral