Este sábado tocó varear los nogales del hortal. Las manos encallecidas de mi padre los plantaron. Los vimos crecer juntos. Los labramos, los regamos, cuando su tronco se torció los enderezamos, como el progenitor corrige a su retoño.
Él, mi padre, emprendió el último viaje el de equipaje ligero como decía Machado en sus versos, antes de verlos dar fruto. El nogal tarda unos años en producir nueces. Hoy, robustos, de copas exuberantes, al varearlas cae el fruto del recuerdo de la mano que los plantó.
José mariano seral
El fruto del recuerdo
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