-¡Arre! ¡Arre! – se desgañita Isidro limando con el eco de su áspera voz virutas de cielo azul.
Mientras azuza a Guita, la mula, sus miradas centelleantes convergen en el aire anudando hebras de esfuerzo.
Guita tira con furia, apenas logra arrastrar el estirazo sobre la rugosa tierra parda, cargado con una gravosa pila de roca arenisca para almacenar aceite, borra sus pesadas huellas de herradura y de las abarcas de Isidro, deja tras de sí una estela, como un trineo de perseidas en la noche entrada.
j. mariano seral
Imagen tomada en: Museo Ángel Orensanz y Artes de Serrablo – El Puente de Sabiñánigo
El estirazo
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