Nubes que viajan por los raíles de las isobaras con sus vagonetas abstractas, las más distinguidas con nombre propio, repletas de finas gotitas de lluvia, de copos escarchados, que se lanzan al vacío sobre las montañas escarpadas, sobre los disciplinados sembrados, sobre los tejados oblicuos, para terminar navegando por los arroyos cantarines, por los riachuelos en su viaje hacia la mar, en busca del andén en el cual una vez más ascender por las escaleras áureas del Sol hasta las nubes eclécticas y adquirir un nuevo billete de viaje a donde el viento las lleve.
j. mariano seral
Donde el viento me lleve
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