De tejado en tejado

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Imagen: Alfonso Brezmes

A Chispita siempre le complació ser independiente y no le gustaba que la etiquetasen como se diría hoy con el hashtag de «#»gato doméstico, le satisfacía vagar por el campo en plena libertad y corretear por los apiñados tejados del pueblo. Tampoco renunciaba a sus siestas matinales, bajo el tibio sol invernal en el viejo corral, sobre un mullido lecho de paja de centeno. Eso sí, cuando oía en la cocina el soniquete de la loza y el tintinear de los cubiertos, se le estiraban sus orejitas como si fuesen accionadas por un resorte y no dudaba en dar maullidos lastimeros tras la puerta y si te demorabas en recibirla, impaciente, rasgaba con sus uñas hasta que le abrías. Tras la comida a plato puesto, agradecida, se subía con la agilidad de un lince y la delicadeza de una mariposa, sobre tu regazo y mimosa se acurrucaba entre tus brazos en busca de la dádiva de tu caricia con el envés de la mano en su cabecita aterciopelada, mientras te miraba con sus pupilas caritativas. Hasta que sus amigos de correría la llamaban y con un par de suaves maullidos plañideros frente a la entrada, te recordaba que para ella no existía correa que la pudiese doblegar.
José mariano seral
Imagen: Alfonso Brezmes