Hoy sobre el cielo benévolo cientos de nubes al trotecillo, como pequeños burritos con sus albardas, sobre las que se equilibraban las “algaderas” con sus cántaros de barro, como si fuesen aguadores, saciaban la sed de los olivos, de los almendro, de los membrilleros…Tocaba esperar a que escampase para poder ir a coger almendras, mientras, yo remendaba la epidermis del viejo caserón, esa piel de las casas de antaño, que son como hojas de pergamino una sobre otra encuadernadas por los sillares de los esquinazos, donde se escribe la historia de los antepasados, con tinta de escoplo acerado dejando mechinales de las trancas y retrancas, oquedades de viejas hornacinas y pesebres con sus herraduras ancladas entre las hendiduras de las sílabas de las rocas que manuscriben las frases de los muros, o de esas grecas con sus geometrismos…
j. mariano seral
Compás de espera
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