Una vez más, Luis Landero, haciendo honor a ese titulo que se ha ganado, de ser uno de los mejores novelistas españoles, lo revalida y asciende un peldaño más en esa escalera de la escritura con su última novela, “El huerto de Emerson”. El libro se divide en quince capítulos, en el primero, “Tiempo de vendimia”, como si fuese el… Leer más »
Colaboración en el Diario del AltoAragón el 10 de agosto del 2020
Suspira el mes de julio, desde el acantilado de la última semana, resignado respira la fragancia a mies, mira de refilón al mes de agosto, tan solo le restan unos pocos días, acomodados sobre las alineadas carreras de parva recién segadas, que en pocas lunas serán engullidas y comprimidas por ciclópeas empacadoras en paralelepípedos cambiando la vestimenta del campo, confiriéndole… Leer más »
-¿Quién es mi niño…? -¿Quién es mi niño…? Yo levantaba mis inocentes ojitos verdemar desde lo más profundo de la ensoñación en mi cunita y con expresión risueña contemplaba a una señora, que con voz de parvulario me repetía sílaba a sílaba una y otra vez como si las masticase: ¡A_bue_la! ¡A_bue_la! ¡A_bue_la! Repite conmigo ¡A_bue_la! Luego llegaba un señor… Leer más »
Anaís tras pasar las mañanas en la Universidad de Filosofía, por las tardes acudía a casa de su abuelita Adelaida para cuidarla. Mientras dormitaba en su mecedora de nogal, Anaís estudiaba a Sócrates, Platón, Tales de Mileto…, de vez en cuando Adelaida se despertaba y Anaís se acercaba hasta ella y le atusaba con gran cariño el cabello ya plateado…. Leer más »
Escudriñar y encontrar en el fondo del baúl entre viejos documentos de tacto apergaminado, junto a los álbumes de fotografías en blanco y negro, enmarcadas con un halo ambarino burilado por el tictac del reloj, la llave forjada en la candente fragua, bajo el repique poético del martillear del herrero sobre el yunque, donde se rinde el indómito metal. Llave… Leer más »
Desde mi habitación escuchaba el tintineo amortiguado de la cucharilla en la loza disolviendo el azúcar en el tazón de leche. Mi mamá entró en mi cuarto y abrió las contraventanas: -¡Venga gandul levántate! ¡Es hora de ir al colegio! Yo me parapeté tras un gurruño de sábanas. Pero mi estrategia de hacerme el dormido no funcionó muy bien y… Leer más »
Cuando ya tan solo era un niño de cuatro años, apenas hacía una década que había llegado la mecanización al campo. Todavía pude ver el trillo de perdernal, el brabán oxidado, la aventadora Ajuria, el rusar de reja afilada…, arrinconados en la esquina del olvido de la era o del pajar, hasta que volvieron a adquirir protagonismo convirtiéndose en objetos… Leer más »
Hebras de lana impregnadas con aroma a romero, a tomillo, a gramíneas…, en mitad del camino me hallo, en medio de un rebaño, embebido por el sonido campanil de las esquilas. El pastor se sitúa a la cabeza y todas las ovejas le siguen, se detiene y ellas permanecen inmóviles como estatuas de sal a la espera de una nueva… Leer más »
Cuando tan solo era un niño de cuatro añitos, recuerdo haber ido en alguna ocasión con mi papá y mi mamá a recoger manzanilla. Si el año era lluvioso, en primavera entre los verdes sembrados de cereal crecía la manzanilla, para mí era como la sonrisa del campo, con su coloristas estambres amarillos y sus frágiles pétalos blancos como la… Leer más »
Nubes que viajan por los raíles de las isobaras con sus vagonetas abstractas, las más distinguidas con nombre propio, repletas de finas gotitas de lluvia, de copos escarchados, que se lanzan al vacío sobre las montañas escarpadas, sobre los disciplinados sembrados, sobre los tejados oblicuos, para terminar navegando por los arroyos cantarines, por los riachuelos en su viaje hacia la… Leer más »
La llama silente por unos instantes dibuja hadas en el cielo con su fino pincel escarlata. Al verme se alegra, rompe el silencio y crepita, su apasionado beso quema mis labios ateridos. Obsequiosa compone cabriolas que se tornan en sombras chinescas. Los leños alimentan el fuego, la lectura la escritura, los sueños la ilusión de vivir, las fiestas la convivencia…. Leer más »
Arcadio siempre fue un muchacho amigo de la guasa. Cuando terminó a trancas y barrancas el bachillerato, sus padres le lanzaron un ultimátum: – ¡Hijo!, o sigues estudiando o te pones a trabajar. Por esas fechas a Arcadio no le seducía ni una cosa ni la otra, tras el severo acoso al que se veía sometido por sus progenitores, para… Leer más »
Encaramarse unos metros por encima del manto blanco contemplar su ir y venir, como la mano del adulto en su juego que oculta su rostro ante la sonrisa del niño ¡ahora me ves! ¡ahora no me ves! El cielo azul se toma unas vacaciones invernales recostado sobre su esterilla toma el sol. j. mariano seral
Zarek a sus cincuenta años cuando llegó a Cracovia, se compró por Amazon una pala Bellota de hoja estampada y mango de fibra para abrirse camino entre el cristalino manto blanco, pero ese año nevó en toda la ciudad menos en su plaza que apenas se tiñó de blanco. Al año siguiente, en febrero, quiso estrenar la pala y plantó… Leer más »
Caminar, sentir la tierra mullida bajo mis pies la brisa matinal dibuja cabriolas de vaho en mis labios, levantar la vista y contemplar el horizonte donde la Sierra bebe un sorbito de cielo azul, a sus pies el roble tachona con delicadeza el paisaje de dorado, la semilla en el surco de tierra temperosa germina con sus frágiles hojitas irisadas… Leer más »
Echar a la mar calmosa la red tejida con seda de infancia y pescar la ilusión en la mirada del niño y no tan niño. j. mariano seral
El socavón bipolar Miro al socavón de tú a tú, yo izado al borde del bordillo, él ayer ceñudo y malcarado que destripaba ruedas con sus dientes de sierra, hoy alegre con inocente antifaz de cielo azul aniñado y cálido abrazo de frágiles manos de hojas secas, mañana ¿quién serás? j. mariano seral La escalera de papel – mi aportación… Leer más »
En la zona oeste se localizó recientemente (2019) una cantera gracias a Ángel Arellano gran conocedor del terreno y Eugenio Monesma concluyó que se trataba de una cantera en la cual se extraían ruedas de piedra para molinos harineros. Cito a Eugenio Monesma: Este es uno de los resultados de la caminata de ayer por tierras de Coscullano (30/11/19). Ángel,… Leer más »
Mirar el reloj esperar la hora en la cual excavar un túnel de luz amarilla para entrar en el corazón del otoño. j. mariano seral
Ella coqueta esconde su sonrisa de carmín tras el abanico de dovelas, me mira con ojitos desde la buhardilla. Con elegancia luce un piercing de hojas secas. j. mariano seral
Dar los primeros pasos bajo el colorista arcoíris caminar entre campos alomados a los pies de la Sierra Guara las nubes obsequiosas le tejen un efímero turbante de vaho, por la vereda rocas cinceladas a martillo y escoplo, piedra sobre piedra de los muros del aprisco del esconjuradero de la Cruz Blanca. Alborzas con su sonrisa de labios de carmín… Leer más »
Los animados cánticos de un grupo de jóvenes en la vía pública que imitaban a Camilo Sesto, entonando con gran pasión la canción de Melina, me sacaron de la fase de sueño REM, remoloneando estiré mi brazo izquierdo sacando mi mano de entre el gurruño de sábanas de seda, las yemas de mis dedos todavía en duermevela tantearon sobre la… Leer más »
Amores Me asomé a la verja de tu ventana tire piedrecitas al cristal de tu balcón vi tu fina silueta difuminada tras el visillo pero el silencio fue tu respuesta, recordé el último beso de tus labios de almíbar el último abrazo de tu sonrisa escarlata releí tu última carta ya escarchada en la cual me anunciabas que te marchabas…. Leer más »
Subirse al Canfranero que remacha espacio partido por tiempo sobre los raíles se bambolea, resopla, levanta una estela de hojas secas entre Mallos y ríos. Llegas a la Estación, escuchas un coro que entona un cántico al otoño, con voz de barítono: el edificio que se estira entre simetrías con tantas ventanas como días tiene el año hoy vendado y… Leer más »