Presentación del poemario «Libro huérfano» de Carmen Aliaga

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Presentación «Libro huérfano» de Carmen Aliaga

Todo un honor haber podido colaborar en la presentación del poemario “Libro huérfano” de la poeta Carmen Aliaga, junto a la escritora Luz Rodríguez en Huesca.
Mi opinión sobre el poemario:
Su poesía no te deja indiferente, tiene el sello intrínseco de Aliaga que la hace suya, es una poesía conceptual, pulcra, sin el lastre de lo insustancial, del artificio, zarandea el diccionario hasta que cae la palabra justa, en el momento preciso, escribir es cribar, Carmen llega a poner en jaque en ocasiones a tu intelecto, para lograr salir de ese bello dédalo metafórico. Los poemas de su  “Libro huérfano” hay que saborearlos despacito, poco a poco, cuando tus pupilas navegan sobre sus versos, un huracán de sentimientos entran en tu corazón, que despliega la vela mayor del alma, henchida navegas entre olas de sentimientos, sobre una mar embravecida, dolorosa, desgarradora, otras veces deja el atisbo del haz de luz de la esperanza, que se enhebra  por el agujero de la aguja,   olas que cuando rompen con saña contra el acantilado de crestones afilados, de dura roca te impresionan, sientes como tu alma se contrae con cada virulento  embate,  una mar caníbal que en ocasiones te despoja de cuanto posees hasta sentirte huérfano como su libro.
En su poemario se confrontan el nacimiento y la muerte, bajo la premisa de ese cartel de bienvenido a la vida. En esa cesta de tu pupila, se acumulan las lágrimas cuando la poesía de Aliaga permanece varada en el muelle de tu corazón.  Una nueva barcaza llega con un nuevo poema bajo el cartel de bienvenido a la vida, lo acoges en tu intelecto como nuevo huésped, vestido de la elegante pulcritud del azabache, pero retienes los que llegaron en las anteriores embarcaciones, te das cuenta que no son versos de paso, no son versos efímeros que se borran como tus huellas en la arena de la playa al mirar atrás, aun cuando mueren en tus curdas vocales, el rescoldo de sus cenizas yacen en la cesta de tus pupilas enrojecidas, y pides con ansia que llegue el siguiente, no puedes dejar de leer poema tras poemas, hasta que se extingue la última letra sobre el raíl del verso.
Es la belleza del dolor por vivir. Dureza y hermosura se unen al igual que en un diamante. Escribir para no morir.
j. mariano seral