Desde la cofa del galeón del altozano contemplar a la niebla levantar su muralla que asedia a la ciudad de Huesca, sin más sillar que el átomo líquido sin más argamasa que la escarcha sin más andamiaje que los labios del sol, que condensan la humedad sobre el lomo de la mansedumbre de la quietud que el bozal de las… Leer más »
A las cinco de la tarde ha llegado al huerto todo sofocado Pepito, el Señorito, y le ha dado la murga a Mariano, su abuelo, a ver si me podía llevar a mí al Belén del fraile Anselmo. Su abuelo le ha contestado a Pepito con la paciencia que le caracteriza, todo lo razona, que solo tenía seis años y… Leer más »
Las cepas de troncos ensortijados por la fragua del sol y el yunque de la luna. Las plantó mi padre cuando tan solo eran frágiles vástagos, con sus manos encallecidas por el arduo trabajo del campo que le tocó vivir. Las flores amarillas, llegaron como los nidos de barro de las golondrinas bajo los maderos de la techumbre del aprisco…. Leer más »
Mirar la niebla, es como leer un texto sin verbos, con el mismo adjetivo. Cambiar durante unas horas de lectura, cuando el sol entreabre el libro riman los versos en la orilla de esa mar de nubes bajas, al finalizar la pleamar los sembrados centellean, el clic de la cámara se afana como rastrillo de mariscador. El manzano todavía niño,… Leer más »
Tierras domesticadas a golpe de azada y de “estralela”, en manos encallecidas del labrador. Como en el juego de infancia: “un, dos, tes, chocolate inglés”, cuando te das la vuelta, han crecido tres chopos, dos zarzales y una aliaga con afiladas agujas amarillas. Uno de los manzanos hastiado de ser siempre el mismo frutal, curva todas sus ramas como una… Leer más »
Hoy la niebla levantó su muralla portátil de átomos líquidos, bajo al castillo de Montearagón. Sus arqueros disparaban flechas de vértice escarchado, que no lograban alcanzar los pueblecitos alzados sobre el pedestal del pie de la Sierra Guara, que los acerca un poquito más al sol. Los cajicos resplandecían, sus hojas caducas ya doradas, permanecían en las ramas sarmentosas, desafiaban… Leer más »
Amanece el campo con ese frágil envoltorio de finos cristalillos con sus caprichosas formas geométricas, que tejen la Luna blanca con seda escarchada bajo el candil de Casiopea. El Sol sonriente lo abre como si fuese un regalo en las manos de un niño, deja a la vista los sembrados irisados, como si los hubiese regado el hombre de hojalata… Leer más »
Las nubes con sus geometrías eclécticas se deslizaban con algarabía sobre la nieve de las laderas de la Sierra Guara, como niños en sus trineos en las pistas de Panticosa. El cierzo de los días anteriores con su bramido de dunas del desierto nocturno, ha permitido labrar el huerto. Sentir de nuevo bajo los pies la tierra esponjosa, respirar la… Leer más »