Enhebrar un verso de labranza en la argolla oxidada que teje la historia, tal vez de un burrito apellidado Platero. En el silencio de los pueblos lo llamo con un verbo mudo solícito me sonríe con sus pupilas de azabache. j. mariano seral

La lluvia de abril quedó fósil en el barro hermético, ayer croaba la rana hoy es tierra de grillos. La memoria del camino polvoriento atrapa la huella de la herradura oxidada, bajo un cielo desnudo que acerca Guara y aleja el agua de la nube montañera. j. mariano seral

Fruto mecido al arrullo de la brisa como péndulo de corazón de oro líquido alinea las agujas en la esfera del refranero: “no me digas oliva hasta que de agosto no sea salida”. j. mariano seral

Parpadea coqueta con su pupila almendrada, rememora con añoranza su infancia bajo la lluvia lenta de pétalos elípticos, cubriendo el campo con una glamurosa alfombra, sus estambres como hebras de vellón de lana se tornan en perfumistas con su sutil fragancia a néctar. j. mariano seral

Admiro la sabiduría de la naturaleza, su generosidad cristalina torna en dulce lo agrio, (debería ser ejemplo para el hombre), envuelve la pulpa que día a día madura para entregarla obsequiosa en el mes de los frutos. j. mariano seral

Veo remar a las nubes sigilosas con sus embarcaciones de átomos líquidos sobre los pétalos escarlatas de las granadas, unas con porte de velero, otras con cabeza de elefante, me pregunto por su destino. Poco después las contemplo varadas en el malecón de la Sierra Guara con sus pies descalzos sobre la roca afilada caliza y la flor marchita del… Leer más »